Las imágenes que nos llegan desde Japón, unos días después del terremoto del pasado día 11 son desoladoras, pueblos enteros arrasados por el posterior tsunami, aunque nos eviten imágenes de cadáveres, por respeto. A través de las redes sociales nos han llegado unas conmovedoras, grabadas casualmente por un equipo de reporteros de la televisión Fuji de Japón, en las que un perro que se salvó del tsunami, no sólo no deja a su compañero mal herido, sino que consigue atraer la atención del equipo que graba el reportaje, toda una lección de esperanza que ha conmovido al mundo entero, en estos casos nunca mejor dicho: vale más una imagen que mil palabras.
En la capital, los japoneses aparentan normalidad, acuden a sus trabajos y guardan el orden en las interminables colas, para abastecerse de lo más básico, aunque ya empieza a escasear. Aguantan "en silencio" el dolor por las pérdidas y esperan alertados por las más que posibles fugas radioactivas y el estado de emergencia para la salud de la población más próxima.
Mi solidaridad hacia el pueblo japonés, ejemplo de como sobrellevar una catástrofe así, por su cultura basada en el respeto y el trabajo, ya lo hicieron después de la II Guerra Mundial, tras sufrir las consecuencias de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Todos esperamos que se den las condiciones atmosféricas oportunas y que el viento sople hacia el pacífico, ya que para cuando llegase a otras costas y debido a los más de 8000 km.de distancia, sus efectos nocivos para la salud, se verían muy minimizados, por no decir nulos.
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